lunes, 16 de noviembre de 2009

Estrategias para el desarrollo social y emocional


En el caso de los adolescentes, la búsqueda de una nueva situación social genera ansiedad e inseguridad, y, frente a sus deseos de independencia, se crea una necesidad mayor de dependencia de los demás y de que éstos apoyen su visión, es decir la necesidad de aceptación, ya que el paso del individuo por la adolescencia estará afectado por las expectativas mantenidas por las personas de su entorno inmediato que él considera importantes. Es por eso que se utiliza como estrategia en escuelas tener talleres de arte, ya que éstos fomentan la creatividad de los jóvenes y los motiva a que mejoren y continuen con su deseo de crear o fundamentar algo. Para Erickson, la adolescencia constituye “una crisis normativa, una fase normal de incrementado conflicto, caracterizada por una aparente fluctuación de la energía del ego y asimismo por un elevado potencial de crecimiento”. Por lo que se deberían de aplicar también talleres de orientación no tanto vocacional sino emocional, para que ahí los jóvenes puedan aclarar sus dudas, que se les establezca el ego y que sientan la aceptacón de sus compañeros y que al mismo tiempo él sirva de motivador para el resto.

La adolescencia ha sido considerada desde hace muchos años como una etapa de crecimiento emocional debido a que experimentan situaciones emocionales más extremas, sujetas a cambios más rápidos y que resultan menos predecibles que las experimentadas en las fases anteriores o posteriores de su desarrollo; es por ello que Freud decía que se crean los mecanismos de defensa y la proyección, para enfrentar esas ansiedades excesivas.

En la actualidad los jóvenes siempre están marcando esa pared de defensa que los protege de constantes críticas y burlas de los demás, y los escuelas para querer derrumbar esa "pared" recurren a estrategias como poner psicólgos en las instituciones dispuestos a atender a cualquier persona que lo necesite, lo cual suena bastante bien, pero el problema aquí es que los jóvenes jamás solicitan ese tipo de ayuda ya que eso creen (erróneamente) que los hace ver como personas locas, así que eligen no ir y quedarse con ese sentimiento de que nadie los comrende así que mejor no hablan con nadie. Así que yo propondría mejor que existieran reuniones semanales obligatorias donde los jóvenes realicen dinámicas grupales que los ayude a convivir con sus compañeros y profesores de una manera divertida y al mismo tiempo a sentirse más adaptados y crear ese vínculo de confianza que tanto se necesita a dicha edad.




Bibliografía
Díaz, R. (2001) Introducción a la Psicología, editorial Trillas, segunda edición, pp 126-128. México.